PANTALONES LARGOS
1º Año del secundario, a pesar de que éramos casi niños, ya se
perfilaban en nosotros algunas muestras de carácter, también la maldad colectiva de todos. A dos de
nuestros compañeros los padres los mandaban con el uniforme del colegio, pero
de pantalones cortos, con todo lo que eso significaba.
En esos tiempos calzarse los largos era todo una ceremonia y hasta los 12 años no había caso. Todavía no se conocía la palabrita bullyng , pero los recreos para esos dos pibes eran un suplicio, pasaban vergüenza todos los días Además de las burlas de los mayores de otros cursos, tenían que soportar nuestras crueles cargadas , casi todas se basaban en sus piernas que ya mostraban una nutrida pelambre .
Un día en el recreo veo que a uno de ellos, vecino de mi barrios vecinos y compañero en la primaria, sufría las burlas y el escarnio del matón del curso, de la misma edad nuestra pero con un físico que le daba un aspecto de ser mucho mayor, a mi amigo se le caían las lágrimas, evitaba llorar porque iba a ser peor. Me dio tanta pena, que sin medir las consecuencias le dije que lo dejara de molestar, el bravucón me encaro y me dijo ¿Me vas a obligar vos? Me lanzo una cachetada, que logre esquivar, solo atine a agarrarle el dedo mayor, del cual me prendí con todas mis fuerzas.
Lárgame decía reiteradamente, incomodo porque yo se lo retorcía.
A nuestro alrededor se había formado un circulo de curiosos ávidos de presenciar una pelea, yo, con mi físico esmirriado, puro huesos, y para colmo de antejos, evalué mis posibilidades, no tenía chance alguna, pero, si largaba el dedo cobraba como en la guerra, así que perdido por perdido redoble la apuesta. Te largo, pero pídele disculpas. ¿Pedir disculpas? , ni en pedo dijo el grandote, descendiente de unas de las familias tradicionales de la ciudad, conservadores de pura cepa.
Intento soltarse sin éxito, te quiebro el dedo entonces, dije e hice palanca aumentando la presión, el tipo se retorcía, le dolía mucho, estaba rojo de ira , murmuro un: disculpa… apagado, casi inaudible, no así no, más fuerte y de rodillas dije mientras veía que ahora era el quien lagrimeaba del dolor, de bronca y de impotencia.
Arrodillado, pidió disculpas, mientras estallaba un cerrado aplauso, y los gritos de quienes nos rodeaban, lo solté y me prepare para recibir la pateadura del siglo, pero justo sonó el timbre indicando que terminaba el recreo.
Esta tarde en gimnasia te cago a palos, me dijo al pasar rumbo al salón de clases.
Su amenaza quedo flotando en el aire. Llegue a mi casa sin decir nada, comimos, me puse el equipo de gimnasia mientras me laburaba el bocho. Me va a matar, tiene una fuerza bruta, le tienen miedo hasta los de 2º año, mejor no voy. Durante un rato esa idea se impuso a todas.
Luego recordé los aplausos y los vítores de los compañeros, si no me presento quedo como un cagon, voy y que sea lo que Dios quiera me dije y encare hacia la cancha, detrás del Zoológico, donde hacíamos gimnasia. Estaban todos esperando el desenlace, los únicos que faltábamos eran nosotros, deje la bici y entre esperando su llegada. A todo esto el profe hizo sonar el silbato y empezó la clase.
El tipo no aparecía, dimos varias vueltas a la cancha al trote, hicimos distintos ejercicios, jugamos un partido al Rugby, termino la clase y nada.
Me debe estar esperando en la esquina, pensé y me dirigí obligado hacia allí. No estaba, me había salvado.
Luego me entere que tuvo que ir al médico, quien le entablillo el dedo, el tipo no era un botón, le dijo a sus padres que se había enganchado en una rama o algo así.
Paso un tiempo: Los dos pibes se calzaron los largos, no hubo más burlas y se olvidó el tema.
Repetí, cambie de colegio, termine mis estudios, tuve varios trabajos, me case, me trasladé a otra ciudad, más trabajo, vinieron los hijos, luego los nietos
A pesar de que esos hechos ocurrieron hace 52 años, nunca más hable con el tipo, que con el tiempo, resulto ser muy buena persona.
Con mi amigo me reencontré hace un tiempo por el Facebook y solemos chatear esporádicamente.
En esos tiempos calzarse los largos era todo una ceremonia y hasta los 12 años no había caso. Todavía no se conocía la palabrita bullyng , pero los recreos para esos dos pibes eran un suplicio, pasaban vergüenza todos los días Además de las burlas de los mayores de otros cursos, tenían que soportar nuestras crueles cargadas , casi todas se basaban en sus piernas que ya mostraban una nutrida pelambre .
Un día en el recreo veo que a uno de ellos, vecino de mi barrios vecinos y compañero en la primaria, sufría las burlas y el escarnio del matón del curso, de la misma edad nuestra pero con un físico que le daba un aspecto de ser mucho mayor, a mi amigo se le caían las lágrimas, evitaba llorar porque iba a ser peor. Me dio tanta pena, que sin medir las consecuencias le dije que lo dejara de molestar, el bravucón me encaro y me dijo ¿Me vas a obligar vos? Me lanzo una cachetada, que logre esquivar, solo atine a agarrarle el dedo mayor, del cual me prendí con todas mis fuerzas.
Lárgame decía reiteradamente, incomodo porque yo se lo retorcía.
A nuestro alrededor se había formado un circulo de curiosos ávidos de presenciar una pelea, yo, con mi físico esmirriado, puro huesos, y para colmo de antejos, evalué mis posibilidades, no tenía chance alguna, pero, si largaba el dedo cobraba como en la guerra, así que perdido por perdido redoble la apuesta. Te largo, pero pídele disculpas. ¿Pedir disculpas? , ni en pedo dijo el grandote, descendiente de unas de las familias tradicionales de la ciudad, conservadores de pura cepa.
Intento soltarse sin éxito, te quiebro el dedo entonces, dije e hice palanca aumentando la presión, el tipo se retorcía, le dolía mucho, estaba rojo de ira , murmuro un: disculpa… apagado, casi inaudible, no así no, más fuerte y de rodillas dije mientras veía que ahora era el quien lagrimeaba del dolor, de bronca y de impotencia.
Arrodillado, pidió disculpas, mientras estallaba un cerrado aplauso, y los gritos de quienes nos rodeaban, lo solté y me prepare para recibir la pateadura del siglo, pero justo sonó el timbre indicando que terminaba el recreo.
Esta tarde en gimnasia te cago a palos, me dijo al pasar rumbo al salón de clases.
Su amenaza quedo flotando en el aire. Llegue a mi casa sin decir nada, comimos, me puse el equipo de gimnasia mientras me laburaba el bocho. Me va a matar, tiene una fuerza bruta, le tienen miedo hasta los de 2º año, mejor no voy. Durante un rato esa idea se impuso a todas.
Luego recordé los aplausos y los vítores de los compañeros, si no me presento quedo como un cagon, voy y que sea lo que Dios quiera me dije y encare hacia la cancha, detrás del Zoológico, donde hacíamos gimnasia. Estaban todos esperando el desenlace, los únicos que faltábamos eran nosotros, deje la bici y entre esperando su llegada. A todo esto el profe hizo sonar el silbato y empezó la clase.
El tipo no aparecía, dimos varias vueltas a la cancha al trote, hicimos distintos ejercicios, jugamos un partido al Rugby, termino la clase y nada.
Me debe estar esperando en la esquina, pensé y me dirigí obligado hacia allí. No estaba, me había salvado.
Luego me entere que tuvo que ir al médico, quien le entablillo el dedo, el tipo no era un botón, le dijo a sus padres que se había enganchado en una rama o algo así.
Paso un tiempo: Los dos pibes se calzaron los largos, no hubo más burlas y se olvidó el tema.
Repetí, cambie de colegio, termine mis estudios, tuve varios trabajos, me case, me trasladé a otra ciudad, más trabajo, vinieron los hijos, luego los nietos
A pesar de que esos hechos ocurrieron hace 52 años, nunca más hable con el tipo, que con el tiempo, resulto ser muy buena persona.
Con mi amigo me reencontré hace un tiempo por el Facebook y solemos chatear esporádicamente.
Agustin
Secreto
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