https://youtu.be/1zXCtvuNjok?t=6
Segun mi nieto Panchi, soy un Escribidor, en esta ultima etapa de mi vida, ahora jubilado, dispongo de mas tiempo para una de mis inquietudes:Escribir, les pido que no mezquinen criticas ni sugerencias que me permitan mejorar estos intentosde escribir mis vivencias y ocurrencias, gracias por su paciencia
miércoles, 21 de diciembre de 2016
De Rodillas ante el IMPERIO
Convenio con los EEUU permitirá que sus militares conduzcan nuestra seguridad interior
19/12/2016
Análisis
El 10 de noviembre de 2016 el gobierno del Estado norteamericano de Georgia anunció que la Guardia Nacional de ese Estado había sido seleccionada como la operadora del COMANDO SUR militar estadounidense para la República de Argentina como parte del Programa de Asociación Estatal (SPP por sus siglas en Inglés) del Departamento de Defensa.
La noticia fue dada a conocer recién el 14 de diciembre de 2016 por el Ministerio de Defensa argentino a través del Informe de Prensa N° 523/16 que informó: “El Ministro Martínez firmó un convenio de ayuda humanitaria con la Guardia Nacional del Estado de Georgia, Estados Unidos, para brindar asistencia ante catástrofes naturales y ayuda humanitaria. Mediante la firma de este convenio, presentado ayer en la Embajada de EE UU por el Embajador argentino en Washington, Martín Lousteau, Argentina pasa a integrar el Programa de Colaboración Estatal del Departamento de Defensa (SPP), lo que permitirá que las Fuerzas Armadas nacionales desplieguen actividades conjuntas con la Guardia Nacional del Estado de Georgia”.
Por su parte la Embajada norteamericana destacó en un comunicado que “inspirado en las metas de política exterior del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el SPP es administrado por la Oficina de la Guardia Nacional y apoya los objetivos de cooperación en materia de seguridad de los comandantes de teatros de operaciones”. Cabe recordar que este convenio fue pedido , a principios de 2016 , por el gobierno argentino de Mauricio Macri.
El convenio expresa:“El SPP entre el Estado de Georgia y Argentina establecerá las bases para desarrollar una relación exitosa a largo plazo, mediante el conocimiento en respuesta a la compartición de emergencias y desastres, la mejora de la seguridad fronteriza y el fortalecimiento de la cooperación en Operaciones de Paz y su preparación” . Además agrega: “Gracias a la Alianza, la Guardia Nacional llevará a cabo ACCIONES MILITARES entre los dos grupos, no sólo en apoyo de los objetivos de SEGURIDAD Y DEFENSA sino que también hará uso de las relaciones de toda la sociedad y recursos para facilitar las acciones interinstitucionales y de respuesta, no sólo con LOS MEDIOS MILITARES sino también con el gobierno, y los sectores sociales y económicos”.
Como se establece en los documentos oficiales la Guardia Nacional se guía por los objetivos de Política Exterior del Departamento de Estado y los de Seguridad del Departamento de Defensa de los EE UU. Aclaramos que en los EE.UU las FF.AA permanentes sólo están autorizadas a operar fuera de su territorio. Para la Seguridad Interior las Fuerzas de Seguridad pueden ser reforzadas, si es necesario, con efectivos militares de la llamada Guardia Nacional, que forman parte de la Reserva Militar Permanente y están en condiciones de operar en la Seguridad Exterior, conjuntamente con el RESTO DE LAS FUERZAS ARMADAS.
En este tipo de colaboración el Convenio determina expresamente que cuando lo consideren necesario los efectivos militares de la GUARDIA NACIONAL podrán operar en el PAIS ASOCIADO y si es necesario tomar decisiones con y por sobre las Fuerzas Armadas y de seguridad locales.
El ”CONVENIO” dado a conocer es la forma consensuada entre los gobiernos argentino y norteamericano para habilitar la posibilidad de volver a emplear a personal militar en la Seguridad Interior, eludiendo, burdamente la prohibición explícita de lo determinado por las Leyes de Defensa Nacional y de Seguridad Interior al originar la alternativa del empleo de fuerzas militares estadounidenses en esas tareas bajo el pretexto de “MANTENER LA PAZ”. Múltiples CONVENIOS de este tipo se han establecido últimamente en países africanos con resultados desastrosos. Ante esta situación el Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA) propone que las organizaciones políticas y sociales se movilicen para solicitar que el Congreso Nacional no apruebe este nefasto “CONVENIO” por los peligros que su vigencia representará: Volver a la represión militar interna establecida por la Doctrina de la Seguridad Nacional, ahora por la puerta de servicio desde donde ingresarán efectivos militares foráneos capitaneados por el tristemente famoso: Comando Sur de los EEUU.
Elsa M. Bruzzone y José Luis García son integrantes del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA).
http://www.alainet.org/es/articulo/182475
martes, 20 de diciembre de 2016
ATILIO BORON " De Sarajevo a Ankara"
A PROPÓSITO DEL ASESINATO DEL EMBAJADOR RUSO EN TURQUÍA
"De Sarajevo a Ankara"
(Por Atilio A. Boron) El creciente protagonismo de Rusia es motivo de enorme preocupación para las mal llamadas “democracias” occidentales, en realidad un conjunto de sórdidas e inmorales plutocracias dispuestas a sacrificar a sus pueblos en el altar del mercado. Preocupación porque luego de la desintegración de la Unión Soviética Rusia fue dada por muerta por muchos sesudos analistas y expertos de Estados Unidos y Europa. Sumidos en su ignorancia y cegados por el prejuicio olvidaron que Rusia había sido, desde comienzos del siglo dieciocho bajo el cetro de Pedro el Grande y, sobre todo, durante el reinado de Catalina la Grande al promediar ese mismo siglo, una de las principales potencias europeas cuya intervención solía inclinar la balanza en los permanentes conflictos entre sus vecinos occidentales, especialmente el Reino Unido, Francia y el Imperio Austro-Húngaro. Olvidarse de la historia invariablemente termina produciendo groseros errores de análisis como los que hoy atribulan a los estrategos occidentales.
La Revolución Rusa y el derrumbe del zarismo provocaron un transitorio eclipse del protagonismo ruso que muchos pensaron sería definitivo. Sin embargo, la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y el papel crucial en ella desempeñado por la Unión Soviética, amén de su formidable recuperación económica de posguerra, hicieron que Moscú volviera a ocupar su tradicional rol arbitral en el concierto internacional. Durante casi medio siglo el sistema internacional tuvo la marca del bipolarismo, con Occidente y el (otra vez) mal llamado “mundo libre” de un lado y la Unión Soviética y sus aliados en el otro. Con la fulminante implosión de la URSS hizo que muchos creyeran que, ahora sí, Rusia desaparecería para siempre y que lo que se venía era “un nuevo siglo americano” signado por el incontestable unipolarismo de Estados Unidos, liberado de su tradicional adversario soviético y con China aún lejos de ser lo que llegaría a ser pocos años más tarde. La réplica de la historia fue demoledora. Tal como lo asegura Eduardo Febbro en su nota del pasado domingo en Página/12, “ no hay terreno donde el Rey Putin no haya vencido a sus adversarios: aplastó la revuelta en Chechenia, ganó en Siria, anexó Crimea, impidió militarmente que los independentistas ucranianos pasaran bajo la influencia europea, impuso su orden en Georgia y en Osetia, y, encima, logró desestabilizar desde el interior a las mismas democracias europeas con una acertada política de financiación de partidos y movimientos de diverso orden ideológico. Diecisiete años después de haber llegado a la cima del poder este tímido ex teniente coronel de los servicios secretos, el KGB, es la figura mayor del Siglo XXI.”
La alianza de Rusia con China y la posterior incorporación de Irán y la India, más el astuto acercamiento con Turquía representa el “peor escenario posible” para la declinante hegemonía global de Estados Unidos, según Zbigniew Brzezinski, el principal estratego de Washington. El asesinato de Andrei Karlov en Ankara tiene dos propósitos inocultables: uno, dificultar que Turquía -sede de la impresionante base aérea norteamericana de Incirlik, con una dotación permanente de unos cinco mil hombres de la Fuerza Aérea de Estados Unidos- sea atraída hacia Moscú privando a la OTAN de una locación clave para cerrar, desde el Mediterráneo Oriental, el cerco contra Rusia que comienza en el Norte con los países bálticos. Dos, hacerle saber a Rusia que Occidente no se quedará de brazos cruzados mientras Putin se fortalece y prestigia poniendo fin al caos que Estados Unidos y sus aliados produjeron en Siria y que no pudieron o no quisieron solucionar. Lo de Karlov bien puede ser una provocación que, como el asesinato del Archiduque Francisco de Austria en Sarajevo, en 1914, podría precipitar una guerra si es que la parte afectada –Rusia- reaccionara impulsivamente. Pero si algo ha demostrado un personaje tan controvertido como Putin es que puede ser acusado de cualquier cosa, menos de ser un atolondrado. Más bien se trata de un actor muy cerebral y reflexivo, un hombre que juega con asombrosa frialdad en el caliente tablero de la política mundial. El crimen perpetrado en Ankara fue un claro mensaje mafioso dirigido a Moscú. Por eso el jihadista que perpetró el asesinato fue ultimado, sellando su boca para siempre. Los servicios occidentales son expertos en eso de reclutar supuestos radicales para perpetrar crímenes que sostienen la continuidad del imperio.
La Revolución Rusa y el derrumbe del zarismo provocaron un transitorio eclipse del protagonismo ruso que muchos pensaron sería definitivo. Sin embargo, la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial y el papel crucial en ella desempeñado por la Unión Soviética, amén de su formidable recuperación económica de posguerra, hicieron que Moscú volviera a ocupar su tradicional rol arbitral en el concierto internacional. Durante casi medio siglo el sistema internacional tuvo la marca del bipolarismo, con Occidente y el (otra vez) mal llamado “mundo libre” de un lado y la Unión Soviética y sus aliados en el otro. Con la fulminante implosión de la URSS hizo que muchos creyeran que, ahora sí, Rusia desaparecería para siempre y que lo que se venía era “un nuevo siglo americano” signado por el incontestable unipolarismo de Estados Unidos, liberado de su tradicional adversario soviético y con China aún lejos de ser lo que llegaría a ser pocos años más tarde. La réplica de la historia fue demoledora. Tal como lo asegura Eduardo Febbro en su nota del pasado domingo en Página/12, “ no hay terreno donde el Rey Putin no haya vencido a sus adversarios: aplastó la revuelta en Chechenia, ganó en Siria, anexó Crimea, impidió militarmente que los independentistas ucranianos pasaran bajo la influencia europea, impuso su orden en Georgia y en Osetia, y, encima, logró desestabilizar desde el interior a las mismas democracias europeas con una acertada política de financiación de partidos y movimientos de diverso orden ideológico. Diecisiete años después de haber llegado a la cima del poder este tímido ex teniente coronel de los servicios secretos, el KGB, es la figura mayor del Siglo XXI.”
La alianza de Rusia con China y la posterior incorporación de Irán y la India, más el astuto acercamiento con Turquía representa el “peor escenario posible” para la declinante hegemonía global de Estados Unidos, según Zbigniew Brzezinski, el principal estratego de Washington. El asesinato de Andrei Karlov en Ankara tiene dos propósitos inocultables: uno, dificultar que Turquía -sede de la impresionante base aérea norteamericana de Incirlik, con una dotación permanente de unos cinco mil hombres de la Fuerza Aérea de Estados Unidos- sea atraída hacia Moscú privando a la OTAN de una locación clave para cerrar, desde el Mediterráneo Oriental, el cerco contra Rusia que comienza en el Norte con los países bálticos. Dos, hacerle saber a Rusia que Occidente no se quedará de brazos cruzados mientras Putin se fortalece y prestigia poniendo fin al caos que Estados Unidos y sus aliados produjeron en Siria y que no pudieron o no quisieron solucionar. Lo de Karlov bien puede ser una provocación que, como el asesinato del Archiduque Francisco de Austria en Sarajevo, en 1914, podría precipitar una guerra si es que la parte afectada –Rusia- reaccionara impulsivamente. Pero si algo ha demostrado un personaje tan controvertido como Putin es que puede ser acusado de cualquier cosa, menos de ser un atolondrado. Más bien se trata de un actor muy cerebral y reflexivo, un hombre que juega con asombrosa frialdad en el caliente tablero de la política mundial. El crimen perpetrado en Ankara fue un claro mensaje mafioso dirigido a Moscú. Por eso el jihadista que perpetró el asesinato fue ultimado, sellando su boca para siempre. Los servicios occidentales son expertos en eso de reclutar supuestos radicales para perpetrar crímenes que sostienen la continuidad del imperio.
ATILIO BORON
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