miércoles, 16 de noviembre de 2016

CAMPOSANTO

CAMPOSANTO
                                                                                Noviembre de 2016

A raíz de mi oficio de pintor, he tenido que trabajar  además de en casas de familias, en diversos lugares : Escuelas-Bancos-Joyerías-Estancias,-Comercios-Fabricas-  Clubes por mencionar algunos
Pero hay uno en particular, que siempre he tratado de evitar, los cementerios.
A veces por hacer un favor a un amigo o familiar, he pintado algún panteón.
Solo en raros casos y cobrando muy  he trabajado para  instituciones  y sociedades que brindan el servicio de sepelios y nichos  a sus asociados.
En la oportunidad a la que me voy a referir, estaba haciendo uno de esos trabajos en unas galerías enormes, con techos transparentes, pintando los  interiores  e impermeabilizando los muros exteriores.
Era en pleno verano,  el  calor agobiaba; A pocos metros, empleados del cementerio estaban cambiando de lugar el ataúd de una persona fallecida unos días  antes, dejaron el cajón sobre unos caballetes mientras limpiaban  y acomodaban  el panteón donde lo iban a dejar en forma definitiva.
De pronto se escuchó una fuerte  explosión, voló la tapa del ataúd, y una perdigonada de gusanos se desparramaron a más de treinta metros a la redonda salpicando las  paredes de los panteones cercanos y llegando hasta donde habíamos terminado de pintar un rato antes.
Creo que el olor del  cuerpo humano en descomposición debe ser uno de los más desagradable y penetrantes que hay, realmente era insoportable. Haciendo un enorme  esfuerzo, limpiamos las  manchas, y retocamos las paredes y pudimos concluir ese trabajo,  que en los  cuarenta  años de oficio que tengo,  fue , sin dudas el que más repugnancia me causo.-
Agustín Secreto

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