EL ORADOR
Octubre de 2016
El acto
político prometía ser largo, el manojo
de hojas que tenía en sus manos el candidato,
que subían y bajaban al ritmo de sus
ampulosos ademanes así lo
indicaba.
Su elocuencia y
teatralidad compensaban la
falta de contenido del discurso, basado
en frases hechas, términos rebuscados, repetitivos y sin mucho significado. La sufrida
concurrencia, soportaba con estoicismo
su verborragia, mientras
alguno de sus militantes rentados, aplaudía cada tanto, lo que
provocaba que el resto se contagiara.
Un borrachín, que estaba sentado en la primera fila, dormía,
roncando estrepitosamente, se despertaba y aplaudía al ritmo de los demás, la baranda a alcohol que emitía su aliento,
hizo que quedaran vacías las sillas a su alrededor, en algunas ocasiones se
despertaba sobresaltado y era el quien
iniciaba los aplausos, cuando no había motivo alguno para hacerlo.
El olor de los choripanes,
indicaba que les faltaba muy poco para
estar listos, mientras tanto el discurso se prolongaba demasiado.
Fue durante la lectura de la 8 hoja cuando llego el primer tomatazo, certero al medio de la blanca camisa del candidato, dibujándole un
corazón sangrante, luego de que
repitiera por décima vez la palabra
“coyuntura”.
El segundo,
algo más maduro llego enseguida, se ve
que calibraron la mira porque le dio de lleno en la frente, desde donde comenzó
a chorrear jugo hacia los ojos y la nariz, cuando intento continuar con su oratoria
El tercero, le dio de lleno en la boca consiguiendo que por fin se callara.
La platea de pie aplaudía a rabiar, el borrachito fue el único que dándole la mano y una palmadita afectuosa en
la espalda, lo felicito cuando, junto a
sus más fieles acólitos, iniciaban la
retirada sin saludar a nadie.
Se perdieron los choripanes, estaban
muy buenos.
Agustín Secreto
Derechos Reservados
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